La educación vial es la información que todo ciudadano debe conocer sobre la vía pública, que moderará el comportamiento a seguir y mejorará la seguridad vial que de ello se desprende de manera tal de poder desenvolverse debidamente tanto como peatón o como conductor en las calles.
En tal sentido, se han establecido como objetivos de la educación vial:
- Evitar accidentes de tránsito con conductores y/o peatones.
- Conocer las disposiciones vigentes sobre movimiento vehicular y peatonal en la calle.
- Tener la conducta peatonal apropiada al usar las vías públicas.
- Promover actitudes de convivencia ciudadana.
La educación vial comprende una serie de acciones y mecanismos que aseguran el buen desempeño de la circulación del tránsito, gracias a la aplicación de conocimientos de las normativas, reglas y disposiciones, así como de normas de conducta como peatón, pasajero o conductor de vehículos, bicicletas o motocicletas.
La educación vial contempla normas y señales de tránsito tendientes a evitar accidentes de tránsito y pérdida de vidas como consecuencia de situaciones fatales.
En principio, el gobierno es el encargado de difundir estas normas y exigir a los ciudadanos que conducen portar la licencia o permiso para conducir para circular, así como cuál debe ser el comportamiento del peatón en las aceras y en las calles.
Asimismo, es parte de la educación vial conocer el significado de las señales de tránsito y los factores de riesgo de los accidentes de tránsito, sus consecuencias y los primeros auxilios.
Sin embargo, como todo proceso educativo, la educación vial se inicia en el hogar en el seno familiar, impartida por los padres a los hijos, y luego se refuerza en las escuelas.
La educación vial está cargada de mucha sensibilidad social pues atañe a la conducta vial que como ciudadanos conscientes debemos tener, ya que ello involucra cualidades vitales que hay que ejercitar para que funcione la convivencia en la calle.
Tales cualidades son respeto, tolerancia, solidaridad y responsabilidad, lo que redundará en mejores relaciones humanas en la comunidad.
También las entidades públicas son agentes que deben apoyar esa educación desde los ministerios públicos, ayuntamientos y dirección general de tránsito mediante sus programas de promoción y prevención de anomalías o accidentes.
Igualmente, se debe contar con el apoyo de entidades privadas con el aporte de recursos económicos para el dictado de talleres informativos, conferencias, libros y campañas publicitarias, entendiendo que la buena educación previene accidentes.